Paz, resistencia y solidaridad
La indignación contra el terror desatado por Israel sobre Gaza deben ser fortalecidas, y movilizadas para incrementar la solidaridad internacional con Palestina.
LA GUERRA israelí de aniquilación contra los palestinos parece haber entrado a una nueva fase, así como un temporal alto al fuego marcó el comienzo de la retirada de las tropas israelíes de Gaza. Al expirar la tregua, sin embargo, los cohetes de la resistencia palestina y los criminales bombardeos sionistas fueron reanudados.
Gaza sigue ardiendo. El costo humano ha sido enorme: más de 1.800 muertos, entre ellos 1.300 civiles. Unos 10.000 heridos. Los hogares de 60.000 personas han sido reducidos a escombros. Casi una cuarta parte de los 1,8 millones sus residentes ha sido desplazada en busca de refugio.
Mientras tanto, importantes preguntas requieren respuesta: ¿Qué racional todo un mes de ofensiva israelí ha tenido? Y, ante los horrores vistos en las últimas semanas, ¿qué podría significar una "paz" sin el fin del sitio de Gaza para sus habitantes?
El primer ministro israelí Benjamín Netanyahu insiste en que la masacre fue "justificada" y que cada víctima civil debe ser atribuida a Hamas por haberlas usado como "escudos humanos".
Sin embargo, incluso el New York Times ha reconocido que "no hay evidencia de que Hamas y otros militantes obliguen a los civiles a permanecer en las zonas que están bajo ataque--la definición legal de un escudo humano en virtud del derecho internacional". Jeremy Bowen, editor para la región del Oriente Medio de la BBC, llegó a la misma conclusión.
Sólo el año pasado, el Comité sobre los Derechos del Niño de la ONU condenó a soldados israelíes por la utilización de niños palestinos como, así es, escudos humanos. "Los soldados [de Israel] han utilizado a niños palestinos para entrar en edificios potencialmente peligrosos y para estar delante de sus vehículos militares con el fin de detener el lanzamiento de piedras contra ellos", concluyó su informe.
CADA JUSTIFICACIÓN que Israel uso para la destrucción de Gaza se transforma en una auto-imputación. ¿Recuerda el secuestro de los tres jóvenes colonos en junio? La presunta responsabilidad de Hamas sirvió como pretexto para la guerra. Ahora, sin embargo, sabemos que, según la propia policía israelí, los secuestradores formaban parte de una célula operando independientemente de Hamas.
Y luego está la verdad más grande: Israel que detiene, tortura y abusa, de manera sistemática, a niños palestinos. Más de 400 niños palestinos murieron en el transcurso de la Operación Margen Protector.
¿Detener de los cohetes lanzados desde Gaza? Netanyahu dice Hamas disparó casi 3.000 cohetes contra Israel y afirma que "ningún país toleraría esto". Pero durante años, Israel ha llevado a cabo de forma rutinaria asesinatos en Gaza, usando aviones no-tripulados, francotiradores y ataques aéreos. Sólo en las últimas semanas, Israel arrojó 3.000 toneladas de proyectiles de alto poder sobre Gaza.
Los cohetes de Hamas costaron la vida a tres civiles israelíes y sus combatientes mataron a 65 soldados durante la invasión de Gaza. Pero de los más de 1.800 palestinos muertos por Israel, menos del 25 por ciento eran combatientes; y al contrario, el 96 por ciento de los muertos por la resistencia de Gaza eran soldados israelíes.
¿Cerrar los "túneles terroristas"? Egipto selló los túneles entre su territorio y Gaza el año pasado... sin destruir un solo barrio en Gaza.
En cualquier caso, el término "túnel terrorista", como cada parte del léxico israelí, está diseñado para demonizar la idea de que un pueblo oprimido pueda y deba resistir a su opresor. Esta es una vieja artimaña que debieron enfrentar los grupos de resistencia al apartheid sudafricano, los afro-americanos que lucharon contra la segregación Jim Crow, e incontables otros. El opresor siempre acusa la resistencia de los oprimidos de "extremista", "una amenaza a la ley y el orden" y "terrorista".
Israel no ha logrado, en el campo de batalla, ninguno de los objetivos militares que públicamente se fijo--y por una muy buena razón. La guerra en sí misma era el objetivo --con el propósito de avanzar en su meta a largo plazo: la limpieza étnica de Palestina. En las propias palabras de Netanyahu: "No puede haber una situación, en virtud de cualquier acuerdo, en la cual renunciemos a control territorial al oeste del río Jordán".
A pesar de algunas palabras crítica, el apoyo del gobierno de Estados Unidos a la barbarie de Israel por seguro continuará. Para impedir el éxito israelí en eliminar la sociedad palestina en Gaza y Cisjordania requerirá la permanente resistencia de los palestinos, y la concreta movilización popular solidaria desde Copenhague a El Cairo, a Columbus, Ohio.
LA POLARIZACIÓN de la opinión pública sobre la Operación Margen Protector ha sido aguda. La población judía de Israel, la clase política de Estados Unidos y los medios de comunicación gringos e israelíes han estado dispuestos a justificar cada atrocidad cometida por Israel.
El 95 por ciento de los judíos israelíes cree que la guerra contra Gaza es justificada, y menos del 4 por ciento piensa que las Fuerzas de Defensa de Israel utilizaron "fuerza excesiva", según una encuesta realizada en julio por el Instituto Democracia de Israel. Una sólida mayoría cree que más enfrentamientos con Hamas quedan por venir.
En medio del cruel bombardeo, el Senado de Estados Unidos votó 100-0 apoyar a Israel--un voto unánime que ni siquiera la Ley Patriota logró inspirar. Las figuras de los principales medios de todo el espectro político, desde Sean Hannity de Fox News hasta Charlie Rose de CBS News, criticaron a los comentaristas árabes y palestinos por sus opiniones "anti-Israel". Si la frenética defensa de los medios a Israel fue menos que unánime, esto fue por la influencia de periodistas y comentaristas independientes y de los medios sociales, que en ocasiones obligaron a los medios de comunicación a reconocer sus deficiencias. Pero en general, los medios de comunicación simplemente repitieron las engañosas y autocomplacientes declaraciones de Israel como un hecho.
Como parte de las negociaciones de tregua lideradas por el régimen egipcio, Israel exige que Gaza sea "desmilitarizada", mientras que Hamas ha pedido que se ponga fin al sito de Gaza, que ya lleva siete años y que ha sumido la ciudad en el desempleo, la desnutrición y el colapso de su infraestructura. Pero las negociaciones pueden muy bien exponer el grado en que diversas corrientes en el establecimiento político israelí creen que el principal problema fue que Netanyahu, en su conducción de la guerra, no fue lo suficientemente lejos.
Hamas ha indicado que está dispuesto a conceder la vigilancia del cruce de la frontera de Gaza con Egipto a su rival, la Autoridad Palestina (PA), dirigida por Fatah, si esto lleva a un relajamiento del sitio. Pero hasta ahora se ha negado a renunciar a su derecho a la legítima defensa.
En respuesta, los abiertos llamados por campos de concentración y genocidio en la sociedad israelí, no sólo en los confines derechistas y militaristas, se han intensificado. Por ejemplo, Moshe Feiglin, vice presidente del parlamento israelí, describió recientemente en Facebook su visión de una "solución final":
No hay dos estados, ni hay dos pueblos. Sólo hay un estado para un pueblo... La IDF [ejército israelí] designará ciertas áreas abiertas en la frontera del Sinaí, junto al mar, para concentrar a la población civil, lejos de las zonas urbanizadas que son usadas para el lanzamiento [de cohetes] y los túneles. En estas áreas, se establecerá campamentos hasta que se determinen destinos de emigración relevantes...El suministro eléctrico y de agua a las zonas anteriormente pobladas será desconectado...
Las zonas anteriormente pobladas serán bombardeadas con la máxima potencia de fuego. Toda la infraestructura civil y militar de Hamas, sus medios de comunicación y de logística, será destruida por completo, hasta sus cimientos... La IDF dividirá la Franja de Gaza lateral y transversalmente, ampliará significativamente los corredores, ocupará posiciones de mando, y exterminará los nidos de resistencia, en caso que de alguien permanezca.
EL GOBIERNO de Estados Unidos --el partidario más ardiente y poderoso que Israel tiene en el mundo--sorprendió a muchos cuando condenó el bombardeo israelí de una escuela, convertida en refugio de la ONU, matando al menos a 19 personas e hiriendo a muchos más. "El bombardeo de una instalación de la ONU, sirviendo a civiles inocentes que huyen de la violencia, es totalmente inaceptable y totalmente indefendible", dijo Josh Earnest, Secretario de Prensa de la Casa Blanca.
Estas son inusuales palabras de reproche hacia Israel por parte de EE.UU., pero bajo las circunstancias ellas muestran cuánto más espacio aún tiene Israel para cometer atrocidades contra los palestinos. Después de todo, la crítica de Earnest vino después del sexto bombardeo israelí a un refugio de la ONU. Al parecer, atacar cinco refugios es tolerable, pero el sexto fue "inaceptable".
Y cuando Barack Obama se refirió a las actuales negociaciones de tregua, habló de la necesidad de "construir confianza" y "dar esperanzas"--el tipo de retórica vacua normalmente usada al término de una campaña electoral, no después de tan desgraciado ataque contra la vida civil.
Por supuesto, cualquier censura retórica que Obama y los miembros de su gobierno hayan expresado, nadie amenazó con retener ni un solo dólar de los $3 billones en ayuda que Israel recibe anualmente de Washington, ni mucho menos llamar por el final del sitio que ha convertido a Gaza en una prisión al aire libre.
Pero si los funcionarios estadounidenses hicieron algunas críticas leves, los Estados árabes se han mantenido vergonzosamente callados. Diana Buttu, abogado y analista palestina, llamo la reacción:
notable. En todas las otras invasiones y ataques a Gaza, hubo al menos un gobierno que salió a decir cómo lo que Israel estaba haciendo era ilegal, y mostró un poco de apoyo. En esta ocasión, no ha habido nada. El silencio es ensordecedor.
El silencio no sólo es ensordecedor, pero representó un cambio en la política regional, como explicó el New York Times:
Tras el derrocamiento militar del gobierno islamista en El Cairo, el año pasado, Egipto ha liderado una nueva coalición de Estados árabes--entre ellos Jordania, Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos--que se ha efectivamente alineado con Israel en su lucha contra Hamas, el movimiento islamista que controla la Franja de Gaza.
Sin embargo, la causa palestina sigue siendo abrazada por las clases populares en todo el Oriente Medio--incluso si aquellos que gobiernan sobre ellos no lo hacen. Y a este firme apoyo regional se añade ahora la indignación en todo el mundo, expresado en grandes protestas de solidaridad con Gaza.
Las protestas son en sí mismas una expresión de que la opinión pública está cambiando. Una encuesta de Gallup en julio encontró que, si bien la mayoría de los estadounidenses mayores de 65 años cree que las acciones de Israel fueron "justificadas" por un margen de 55 a 31 por ciento, entre aquellos de 18 a 29 años los porcentajes se invierten, con un margen de 51 a 25 por ciento opinando que las acciones de Israel son "injustificadas".
LOS HABITANTES de Gaza pueden disfrutar de un mayor apoyo en la opinión pública mundial, pero el hecho es que Hamas se halla políticamente aislado.
El derrocamiento del presidente egipcio y líder de la Hermandad Musulmana, Mohamed Morsi, el año pasado, combinado con el distanciamiento entre Hamas e Irán, dejó al liderazgo islamista en Gaza sin el apoyo de las élites regionales que disfrutaba hace apenas un par de años. Y Qatar, que había considerado ofrecer apoyo financiero a Hamas, cedió ante la presión regional.
Esto expuesto el callejón sin salida de la estrategia de Hamas de aliarse con uno u otro régimen árabe--al igual que la Organización de Liberación de Palestina lo intentó en las últimas décadas.
Dada la abrumadora superioridad militar de Israel, la gran pregunta permanece: ¿Cómo lograr la liberación de Palestina, si una confrontación militar directa con Israel es imposible de ganar?
Israel se ha beneficiado de los reveses que la "Primavera Árabe"--un levantamiento popular regional que comenzó en 2011 con el derrocamiento del dictador tunecino Zine El Abidine Ben Ali y de Hosni Mubarak en Egipto--dándole el espacio político que necesitaba para llevar a cabo la Operación Margen Protector. Pero las amargas quejas populares que subyacieron a la Primavera Árabe no se han resuelto y alimentarán las luchas futuras. Cuando se presenten, nuevamente inspirarán una amplia solidaridad con la causa palestina.
Más allá del Oriente Medio, el creciente movimiento de boicot, desinversión y sanciones (BDS) contra Israel representa otro frente en un esfuerzo a largo plazo para exponer el apartheid israelí y sus violaciones sistemáticas al derecho internacional y a los derechos básicos de los palestinos.
Estas campañas--enfocadas en productos israelíes en campus universitarios, en artistas haciendo tours en Israel, en los conglomerados internacionales que participan en los proyectos de infraestructura para la expansión de asentamientos coloniales, etc.--son un componente esencial de elevar el costo político que Israel debe pagar por sus crímenes de guerra en Gaza y por su continua opresión de los palestinos.
PARA QUE una intensificada campaña BDS sea eficaz en abrir un nuevo frente contra Israel, debemos estar preparados a hacer frente a algunos argumentos políticos utilizados para desviar esta iniciativa. Durante el ataque israelí, publicaciones liberales, como la revista The Nation, por ejemplo, realizaron un constante bombardeo de críticas a Hamas como, al menos en parte, responsable de "provocar" la violencia israelí por sus decisión de resistir la ocupación--su derecho bajo las leyes internacionales.
Las críticas liberales no son una sorpresa para nadie que haya participado en el movimiento de solidaridad con Palestina. Pero muchos activistas pueden haber sido sorprendido por declaraciones similares que han venido de sectores de la izquierda socialista.
Por ejemplo, Kshama Sawant de Alternativa Socialista, miembro del Consejo de la Ciudad de Seattle, incluyó en su declaración denunciando Israel una condena a Hamas por el lanzamiento de cohetes, y un llamado a "ser solidarios con la gente común de Israel y su deseo de seguridad". El periódico El Militante, publicado por el Partido Socialista de los Trabajadores, fue más lejos aún, denunciando a Hamas por la "disparar contra los ciudadanos de Israel", lo que ha "retrasado perspectivas de acción unida por el pueblo trabajador árabe y judío".
Tales declaraciones son especialmente asombrosas encaradas al frenesí racista que se apoderó de la sociedad israelí casi unánimemente, y que condujo a los resultados de las encuestas de opinión ya citados--95 por ciento de los judíos israelíes apoyan con la Operación Margen Protector.
Esta actitud no es sólo el resultado de un lavado de cerebro, sino que es inevitable en un sistema de apartheid del cual los ciudadanos judíos, ricos y pobres, disfrutan de derechos exclusivos y de beneficios financieros materiales, en una sociedad militarizada en torno a la lógica de la exclusión y la limpieza étnica.
Un movimiento que busca la justicia en Palestina y en el Oriente Medio debe hacer suya la demanda de los palestinos por la autodeterminación y abrazar el llamado palestino para organizar una campaña de boicot, desinversión y sanciones que pueda debilitar el apoyo internacional al apartheid israelí.
Si hubo alguna señal de esperanza en medio de la pesadilla infligida sobre Gaza en las últimas semanas, esa fue la sensación de urgencia y determinación que animó las protestas contra la guerra israelí y las expresiones de apoyo a Palestina. Debido a su ardua labor organizativa de los últimos años, especialmente alrededor de BDS, el movimiento internacional de solidaridad con Palestina se encuentra en posición para conectarse a una capa más amplia de gente opuesta al Estado apartheid de Israel - y movilizarla en las luchas por venir.
Haremos esto con los horrores de la guerra de Israel frescos en la mente para recordar el barbarismo contra el cual estamos luchando--y con la determinación del pueblo palestino para resistir la tiranía y la violencia, enseñándonos por qué estamos luchando.
Traducido por Orlando Sepúlveda